Desde Clínica Dental Satorres, queremos que sepas la respuesta a una de las preguntas más habituales en ortodoncia invisible, ¿En qué va a consistir? Sabéis que es estética, que consigue una bonita sonrisa, pero.. ¿Como funciona? Dicho en rbeve sería algo así como: Empezamos con un escaneo 3D y una planificación que “programa” micro-movimientos; colocamos ataches y, si procede, elásticos. Tú llevas los alineadores 20–22 h/día y los cambias cada 7–14 días con revisiones periódicas; si algo se desvía, refinamos, y al finalizar fijamos el resultado con retenedores a medida. Ahora, vamos a contártelo poco a poco:
Fase 0. Programación del movimiento
(Cómo se define lo que luego ejecutarán los alineadores)
Secuenciación digital por objetivos
Orden de movimientos por diente
Cuando planificamos tu tratamiento con Ortodoncia invisible, no “empujamos dientes” al azar. Decidimos qué pieza gira, cuál se desplaza y cuál sube o baja, y en qué momento exacto. Es como dirigir una orquesta: cada instrumento entra cuando le toca para que la melodía suene limpia. Esta orquestación evita fuerzas contrapuestas y hace el proceso más eficiente y cómodo para ti.
Priorización: liberar antes de mover
Antes de pedir un giro complejo o una traslación grande, despejamos el camino. Reducimos interferencias de mordida y pequeños apiñamientos que actúan de “tapón”. Con el terreno libre, los alineadores invisibles avanzan con menos fricción biológica, menos presión molesta y un progreso más fluido.
Dependencias: un diente prepara al siguiente
La posición de un diente condiciona el espacio del vecino. Por eso, establecemos quién se mueve primero y quién después, de forma que cada paso “abra la puerta” al siguiente. Este efecto dominó, bien planificado, permite un progreso constante sin sustos ni retrocesos.
Tamaño del paso y dosificación
Microetapas específicas
Las piezas más testarudas —como caninos y algunos premolares— responden mejor a “sorbos” que a “tragos”. Dividimos su corrección en microetapas para que la raíz acompañe a la corona, manteniendo el control de la trayectoria. Así el diente no solo parece estar en su sitio: realmente lo está, y con estabilidad a largo plazo.
Límites seguros por etapa
La biología tiene sus tiempos, y los respetamos. Dosificamos intrusiones y extrusiones por etapa para cuidar el ligamento periodontal y evitar reabsorciones. Esta prudencia clínica se traduce en un avance seguro y sostenible en estética dental. No todos los movimientos comparten el mismo compás. Programamos entre 7 y 14 días por alineador según el tipo de movimiento y la respuesta prevista de tus tejidos. Si tu boca pide un par de días extra, se los damos: la precisión manda, no el calendario.
Diseño de ataches y superficies activas
Ataches optimizados
Los ataches —pequeños relieves del color del diente— no están “porque sí”. Su geometría cambia según el objetivo: torque para controlar la inclinación radicular, extrusión para “elevar” una pieza, derotación para girarla con finura. La forma importa, porque transforma un empuje en el movimiento exacto que buscamos con alineadores invisibles.
Distribución estratégica
No todos los dientes hacen el mismo trabajo. Algunos actúan como “motores” que aportan anclaje y otros son “pasajeros” que se mueven más. Repartir bien estas funciones mantiene el sistema equilibrado y permite que la férula transmita la fuerza justa, en el lugar preciso y en el momento adecuado.
Tamaño y orientación
Ajustamos el volumen y la orientación del atache para maximizar la tracción sin sacrificar la estética dental. Un milímetro más (o menos) de prisma, o un giro de unos grados, puede ser la diferencia entre un movimiento que se adivina y uno que se ejecuta con precisión clínica.
Estrategias de espacio
Expansión transversal leve
Cuando el perímetro del arco lo pide, ampliamos suavemente la anchura dental. Lo hacemos con control bucolingual para que los dientes no “se vuelquen” hacia fuera. Esa ganancia de espacio facilita la alineación sin forzar inclinaciones poco naturales y mejora la armonía de tu sonrisa con Ortodoncia invisible.
IPR por segmentos
La reducción interproximal (IPR) es como “afinar” los márgenes entre dientes con décimas de milímetro. La distribuimos por segmentos y en varias visitas, para guiar el cierre y conservar puntos de contacto estables. Bien hecha, no se nota en tu sonrisa, pero tu mordida lo agradece con creces.
Fase 1: Semanas 1–2: asentamiento y arranque
El primer día es especial: ponemos todo en marcha y tú empiezas a sentir cómo trabaja la Ortodoncia invisible de forma suave y constante. Nuestro propósito aquí es claro y muy humano: que te sientas cómodo, que el alineador asiente perfecto y que salgas de la clínica con la seguridad de que el plan ya está funcionando.
Nos tomamos el tiempo necesario para ajustar, explicar y acompañarte. Lo llamamos “asentamiento” porque, literalmente, todo encaja: tus alineadores invisibles, tus sensaciones y la biomecánica que planificamos para tu sonrisa.
Cementado de ataches y ajuste inicial
Plantilla precisa y fotopolimerizado
Colocamos los ataches con una plantilla diseñada a tu medida, que encaja como un guante sobre tus dientes. Esa guía nos permite dejar cada microrelieve exactamente donde debe ir para que la férula “agarre” de manera eficaz. Después, curamos la resina con luz de alta calidad y control de tiempos, logrando una adhesión resistente y discreta que no interfiera en tu estética ni en tu día a día.
Verificación de asientos
Con el primer alineador puesto, revisamos el contacto en bordes incisales y cúspides, y palpamos los puntos de presión. Si un borde roza la encía o una pestaña molesta, lo suavizamos en sillón hasta que desaparezca esa sensación. La regla es sencilla: si va cómodo, lo llevarás más horas; y si lo llevas más horas, el tratamiento avanza mejor.
Corrección de desadaptaciones
Si detectamos que el alineador no termina de “asentarse” sobre algún diente (a veces lo ves como un pequeño hueco entre el plástico y la punta del diente), realizamos microajustes al momento. Preferimos invertir unos minutos extra en la primera cita para recuperar toda la tracción desde el día uno y que la Ortodoncia Invisible empiece con buen pie.
Qué hace el primer alineador
Arranque de rotaciones e inicio de nivelación
El primer alineador está pensado para “desbloquear el sistema”: inicia rotaciones suaves, ordena mínimamente los bordes incisales y empieza a colocar cada pieza en una posición más colaboradora para lo que viene después. No verás un “cambio de película” en 24 horas, pero sí notarás que la férula guía al diente con una presión constante y lógica.
Reducción de interferencias
Además, este alineador incorpora alivios internos —pequeñas zonas sin presión— que liberan contactos dentarios que actuaban como frenos. Al quitar esas “piedras del camino”, el asiento mejora, la presión se reparte mejor y los siguientes movimientos avanzan con menos esfuerzo y más precisión.
Respuesta tisular y sensaciones
Presión útil 24–72 horas
Durante las primeras 24–72 horas, sentirás una presión firme y homogénea. Es buena señal: significa que el ligamento periodontal está respondiendo al estímulo y que el micro-movimiento ha comenzado. Cuando esa presión disminuye al tercer día, no es que “deje de funcionar”; es que el diente ya ha seguido la instrucción programada para esa etapa.
Habla y saliva: adaptación normal
Puede que el primer día notes un pequeño cambio en la dicción y un aumento de saliva. Es una reacción normal de tu boca a un elemento nuevo. En cuanto tu lengua reconoce los bordes y el paladar se acostumbra, todo vuelve a su sitio. Consejo útil: hablar unos minutos en voz alta al estrenar férula acelera esa adaptación.
Puntos calientes
Si aparece un punto de roce localizado o una molestia que no consideras “presión útil”, te pedimos que nos lo digas. Pulimos el borde o retocamos la zona, porque comodidad y adherencia van de la mano: cuanto más cómodo, más horas de uso; y cuantas más horas, mejor rendimiento biológico del tratamiento con alineadores invisibles.
Ritmo de uso y cambio
20–22 horas/día: ventana mínima eficaz
El tejido que rodea a las raíces necesita una fuerza suave pero sostenida para remodelarse. Por eso insistimos en llevar los alineadores entre 20 y 22 horas al día. Quitártelo solo para comer y cepillarte no es una manía, es la “dosis” exacta que convierte el plan digital en movimiento real, visible y estable.
Cuándo pasar a la férula 2
Avanzamos a la siguiente férula cuando el asiento del alineador es total —sin holguras ni huecos— y la sensación de presión ha bajado. Si hay dudas, preferimos alargar 24–48 horas. La cronología ideal no la dicta el calendario, la dicta tu biología y el encaje perfecto del alineador sobre cada diente.
Evitar adelantos
Adelantar etapas sin asentamiento completo suele romper el tracking (el diente se “desincroniza” del plan) y puede forzar refinamientos que, francamente, se pueden evitar. Mantener el compás correcto es la forma más segura y rápida de llegar al resultado que buscas con tu Ortodoncia invisible.
Fase 3. Mes 2–6: gestión de espacios y coord. arcadas
En este tramo, la Ortodoncia invisible deja de “poner en fila” para empezar a “hacer equipo”. Ya no trabajamos solo diente a diente: ahora buscamos que tus arcadas se entiendan entre sí. Es el momento en el que notas que masticar se vuelve más fácil, que la sonrisa se ve más homogénea y que los cambios, aunque discretos en el espejo, se sienten en cada bocado.
Nos gusta explicarlo así: si las primeras semanas fueron ordenar una estantería, estos meses son ajustar cada balda para que todo quede a la altura correcta. Pequeños retoques con mucho criterio para que el conjunto cobre sentido funcional y estético a la vez.
Objetivos biomecánicos
Cierre y apertura selectiva
Este es el corazón de la fase. Cerramos diastemas residuales con delicadeza quirúrgica, evitando que aparezcan “escalones” que luego se notan al pasar la seda. Y cuando una rotación necesita “aire”, abrimos microespacios de décimas de milímetro de forma temporal y estratégica. Ni más, ni menos: lo justo para desbloquear el movimiento sin forzar la estética ni el soporte periodontal.
En la práctica, verás que los huecos se van “rellenando” con orden y que, si abrimos un espacio, es porque hace falta para que una pieza gire sin chocarse. Nada es casual: cada milímetro cumple una misión y se coloca en su momento ideal. El resultado es un arco más continuo, limpio en contactos y preparado para engranar con su arcada compañera.
Coordinación transversal
El segundo gran objetivo es que la anchura de maxilar y mandíbula baile coordinada. Si una arcada es ligeramente más “ancha” o “estrecha”, los alineadores invisibles corrigen esa diferencia con microexpansiones controladas. ¿Qué notas tú? Que al masticar, las muelas no “empujan raro” hacia fuera o hacia dentro; simplemente encajan mejor, sin peleas laterales. Es la típica mejora que se siente antes de verse, y que aporta una comodidad enorme en el día a día.
Acciones de los alineadores
Traslaciones mesio-distales
Aquí movemos dientes “horizontalmente” a cámara lenta: décimas de milímetro por etapa, siempre cuidando que la raíz mantenga su eje. Es el avance preciso que lleva cada pieza hasta su punto de contacto ideal, donde encaja con su vecina sin empujarse ni dejar huecos incómodos.
Microexpansión con control
Cuando el perímetro del arco lo necesita, ampliamos suavemente la anchura. No verás un cambio dramático, pero sí una sonrisa más equilibrada y una mordida posterior que deja de “morderse” por los lados. Este ajuste, bien dosificado, marca la diferencia en estabilidad y confort.
Contactos optimizados
Reprogramamos los contactos para que el cierre sea progresivo y “amable”. Si un diente topa de golpe, frenamos; preferimos que el contacto se conquiste de forma escalonada, porque así el alineador asienta mejor y el movimiento siguiente sucede sin atascos.
Auxiliares en esta fase
IPR si el cierre se atasca
Hay contactos que se comportan como una puerta mal ajustada: por más que empujes, no cierran. En esos casos, una reducción interproximal (IPR) mínima y bien distribuida “rebaja” el marco lo necesario para que la puerta encaje perfecta. Hablamos de micras, pero el efecto en la fluidez del cierre es enorme.
Elásticos intermaxilares
Cuando existe un desajuste leve anteroposterior (las llamadas clases II o III suaves), los elásticos aportan un vector entre arcadas que guía el engranaje, mientras los dientes se recolocan con los alineadores. Suelen entrar en juego aquí porque ya hemos coordinado la anchura; a partir de ese momento, su efecto se vuelve estable y, para ti, bastante cómodo.
Altura de botones
Parecen un detalle, pero no lo son: mover un botón unos milímetros cambia el ángulo y la eficiencia del elástico. Ajustamos esa altura para que la fuerza empuje donde debe, evitando efectos verticales indeseados. Es biomecánica fina al servicio de tu confort.
Control de tracking
Detectar no-asentamiento
Si al mirar de cerca ves una cúspide “colgada” bajo el plástico, o notas que la presión en un sector ha desaparecido, es una pista de que esa zona se ha desincronizado del plan. Tranquilidad: detectarlo a tiempo es la mitad de la solución.
Chewies como refuerzo
Los chewies son nuestros aliados sencillos y eficaces. Al morderlos durante unos minutos, el alineador se acopla mejor donde estaba flojeando y la fuerza programada vuelve a entrar en juego. Son el empujoncito extra que muchas veces resuelve el problema sin más.
Reprogramación temprana
Si un segmento insiste en no seguir el ritmo, preferimos reescaneo y una miniserie de refinamiento. Es una intervención corta y muy precisa que evita acumular desvíos y te mantiene en la senda del resultado que buscamos.
Señales de progreso
Cierre ordenado
Los espacios se reducen de manera simétrica y, al pasar la seda, deja de “saltar”. En las fotos comparativas se aprecia con nitidez; en tu día a día, lo notas al morder y al sonreír con más confianza.
Simetría transversal
La sonrisa gana homogeneidad lateral. Es ese efecto “wow, está todo más nivelado” que te dicen en casa sin saber exactamente por qué. Función y estética van a la par.
Ataches estables
Sin despegues ni cambios de forma. Es la confirmación silenciosa de que la fuerza se está transmitiendo según lo planificado y de que tus alineadores invisibles rinden al máximo.
En resumen: en la Fase 3, la Ortodoncia Invisible hace “cirugía del milímetro”. Cierra lo que sobra, abre lo justo, coordina anchuras y afina contactos para que tu mordida empiece a sentirse natural. Es el paso de la estética ordenada a la funcionalidad cómoda, el que más se nota a la hora de comer y hablar sin pensar en ello.
Fase 4. Mes 4–9: relación de mordida y control radicular
En esta fase damos el salto de la “alineación bonita” a la “mordida inteligente”. Ya has visto dientes más ordenados; ahora buscamos que encajen con precisión y, sobre todo, que sus raíces queden bien posicionadas en el hueso para que el resultado sea estable. Es un tramo más técnico, sí, pero también el que más notarás al masticar: menos “enganche”, más suavidad y esa sensación de que todo cae en su sitio sin pensar. En Clínica Dental Satorres lo vivimos como un afinado de orquesta: ya suena la melodía, toca ajustar tiempos y volúmenes para que el concierto sea redondo.
Qué perseguimos exactamente en esta etapa
Nuestro objetivo principal es el control radicular (el famoso “torque”): no nos basta con que la corona esté bien en la foto; queremos que la raíz se sitúe donde debe, centrada en el soporte óseo. Esto reduce recaídas y reparte mejor las cargas al morder. A la vez, ajustamos la relación de mordida con intrusiones o extrusiones muy dosificadas: subir un diente que muerde demasiado, descender otro que quedó alto, y, con ello, conseguir que los contactos sean simultáneos y cómodos. Es un baile de décimas de milímetro que transforma tu experiencia al comer y hablar.
Cómo lo hacen los alineadores (por qué aquí vamos más despacio)
Los alineadores invisibles trabajan con superficies internas que crean pares de fuerzas muy específicos: así logramos inclinar la raíz sin descontrolar la corona, o intruir una pieza sin “volcar” a la vecina. En este tramo solemos alargar a 10–14 días por férula, no por capricho, sino porque el hueso necesita ese compás para remodelarse de forma sana. Si sientes menos “espectáculo” que al principio, es normal: ahora los cambios son más sutiles, pero determinantes para que todo quede sólido y en su sitio.

Ataches y rampas: pequeños aliados, grandes resultados
Aquí los ataches técnicos brillan de verdad. Usamos formas que convierten la presión del plástico en movimientos complejos: ataches de torque en incisivos para evitar que se inclinen hacia delante al cerrar espacios; ataches de extrusión en laterales o caninos que “invitan” a la pieza a subir cuando tiende a quedarse baja; y un anclaje posterior reforzado que evita efectos colaterales. En algunos casos incorporamos rampas oclusales impresas en la férula para controlar la dimensión vertical y guiar intrusiones sin generar roces traumáticos. Todo suena muy de laboratorio, pero su traducción es sencilla: más control con menos molestias.
Elásticos intermaxilares: un empujón entre arcadas
Si existe un desajuste leve anteroposterior, introducimos elásticos intermaxilares en esta ventana temporal. La razón es práctica: al tener ya coordinada la anchura de las arcadas, el vector del elástico se aprovecha mejor y guía el engranaje canino y premolar con mucha más eficacia. Los colocamos en botones a la altura exacta para sumar fuerza donde interesa y evitar efectos verticales indeseados. Con constancia diaria, su acción es silenciosa y muy agradecida: un detalle que acelera que “muerdas en clase”.
Qué notarás tú y cómo medimos que vamos por buen camino
Lo percibirás en cosas pequeñas del día a día: muerdes y los dientes “encuentran” antes a su pareja, las excursiones laterales dejan de chocar, el chicle no se queda atrapado y la carne no se “engancha” en el mismo punto de siempre. En clínica buscamos tres señales: contactos más uniformes en céntrica (muerde, apoya, suelta, sin toques aislados), menos interferencias al deslizar la mandíbula y alineadores que siguen asentando perfecto pese a los ajustes de raíz. Cuando esa trifecta se cumple, sabemos que el control radicular y la relación de mordida están entrando en la zona buena.
Qué hacemos si algo se sale del compás
Si una zona pierde “tracking” —lo notas porque el borde del alineador no apoya del todo o deja de apretar donde antes sí—, actuamos sin drama y sin retrasos: reforzamos asiento con chewies, ajustamos el ritmo de cambio y, si hace falta, reescaneamos para pedir una miniserie de refinamiento. Es mejor corregir milímetros a tiempo que perseguirlos más tarde. Nuestro compromiso es mantenerte siempre en la senda del resultado, con comunicación clara y ajustes que se sientan, sobre todo, cómodos y lógicos.
Fase 5. Mes 6–12+: detallado y acabados
Has llegado al tramo donde se pulen los detalles que marcan la diferencia. Con la Ortodoncia invisible, esta fase es como dar brillo a un trabajo bien hecho: no buscamos grandes “giros” visibles, sino esa precisión que hace que la sonrisa se vea natural y, sobre todo, que la mordida se sienta estable. Aquí el espejo a veces habla bajito, pero tu comodidad al masticar, hablar y sonreír sube varios enteros.
En Clínica Dental Satorres afrontamos este periodo con lupa clínica: cada décima importa. Afinamos centrados, contactos y ejes de raíz para que el resultado no solo sea bonito hoy, sino coherente y duradero a largo plazo.
Objetivos finos
Líneas medias
Buscamos que el centro de los dientes superiores e inferiores “converse” de forma armónica. Ese centrado aporta coherencia visual a la sonrisa y equilibrio funcional cuando cierras en céntrica. Si hace falta desplazar unas décimas el bloque anterior, lo hacemos con pasos cortos y muy controlados para no comprometer lo ya ganado.
Engranaje canino y premolar

La guía canina es tu “seguro” al masticar: cuando funciona, protege a los molares de cargas laterales excesivas y te da una sensación de suavidad al mover la mandíbula. Ajustamos su relación con mimo para que el deslizamiento lateral sea fluido, sin topes ni chasquidos, y los premolares acompañen en el momento justo.
Estética de bordes
Terminamos de perfilar los bordes incisales y la proporción visible entre piezas. Es el punto donde la estética dental se hace sutil: corregimos microdesniveles, redondeamos lo necesario y cuidamos que, al sonreír, la curva del labio y la de tus incisivos “se escuchen” mutuamente. Natural, no artificial.
Microajustes con alineadores invisibles
Décimas de milímetro
En esta fase, cada férula trabaja microcambios 3D. Hablamos de décimas de milímetro que parecen poca cosa, pero consolidan la estabilidad y evitan recidivas típicas de ejes mal orientados. Es precisión “quirúrgica” con el confort de tus alineadores invisibles.
Afinado de torque
Revisamos y ajustamos el torque (la inclinación radicular) allí donde una raíz pide un punto más de centro óseo. Un toque extra de control radicular puede ser la diferencia entre una mordida que se mantiene impecable y otra que, con el tiempo, tiende a “recordar” la posición anterior.
Contactos y periodonto
Perseguimos contactos “limpios”: que la seda pase sin saltos, que los puntos de contacto no formen escalones y que el contorno facilite la higiene. Tu encía lo agradece, y tu estabilidad también; periodonto sano es sinónimo de resultado que perdura.
Refinamientos: el arte de rematar
Si algún diente no siguió al 100% el plan —algo razonable cuando buscamos tanta precisión—, realizamos un reescaneo y pedimos una mini-serie de refinamiento. Es una puesta al día que nos permite rediseñar ataches, ajustar el vector de fuerza y recalibrar el tiempo por férula en los movimientos más exigentes. Preferimos invertir unas semanas más en este pulido que conformarnos con un “casi”. Así cerramos el círculo con la tranquilidad de que cada detalle quedó como debía.
En la práctica, esto puede traducirse en ataches con otra geometría para ganar control en una rotación terca, o en alargar a 10–14 días una férula concreta para dar a los tejidos la ventana biológica que necesitan. No es empezar de cero, es apurar con criterio lo que ya está muy bien encaminado.
Verificación clínica: cuando decimos “listo”
Antes de dar por finalizada la fase de acabados, comprobamos tres cosas con lupa. Primero, la articulación en céntrica y en excursiones: buscamos contactos simultáneos al morder y ausencia de interferencias al deslizar la mandíbula; que “encaje” y que “deslice”, sin pegas. Segundo, las simetrías visibles: líneas medias, contornos y paralelismos que hagan que la sonrisa se vea coherente desde todos los ángulos. Y tercero, el encaje real de las férulas en esta recta final: si siguen asentando como un guante, sabemos que el plan ha sido fiel y que el tejido ha respondido como esperábamos. Con esas tres “luces verdes”, ya estamos listos para pasar a consolidación y retención.
En resumen, la Fase 5 convierte una buena alineación en un resultado de alto nivel: centrados afinados, guía canina funcional, bordes con estética natural y raíces en su sitio. Es el punto donde tu sonrisa deja de ser “solo bonita” para ser, de verdad, bonita y estable.
Fase 6. Últimas 2–4 semanas: consolidación del resultado
Has hecho el trabajo duro. Ahora toca algo igual de importante, pero más tranquilo: ayudar a los tejidos a “memorizar” la nueva sonrisa. En Clínica Dental Satorres entendemos esta fase como el descanso activo de la Ortodoncia invisible: menos espectáculo, más estabilidad. Es el momento de asegurarnos de que lo conseguido se queda contigo a largo plazo.
Objetivo de estabilidad tisular
Las fibras del ligamento periodontal se reorganizan alrededor de cada raíz para abrazar su nueva posición. Este proceso tiene su propio ritmo biológico y no conviene apresurarlo. Durante estas semanas damos margen al organismo para que consolide el cambio sin sobresaltos, porque la estabilidad verdadera no se fuerza: se acompaña con paciencia y buen criterio clínico.
Mientras tanto, mantenemos lo conseguido. Puede que sientas los alineadores invisibles más “tranquilos” —casi pasivos— y es intencionado: su papel aquí es custodiar, no seguir empujando. Esa contención suave evita micromovimientos caprichosos y, de paso, te permite disfrutar de la comodidad de una mordida que ya encaja de forma natural.
Además, vigilamos signos de micro-recaída. Un ligero hueco en el asiento, un contacto que reaparece o una molestia concreta son pequeñas señales que atendemos de inmediato. Actuar pronto en esta ventana final es la mejor póliza de seguro para tu resultado.
Cómo “trabajan” los últimos alineadores
En este tramo final, la férula funciona como una “férula de estabilización ortodóncica”: mantiene cada diente en su nueva huella mientras el hueso y el ligamento periodontal terminan su remodelación. No buscamos nuevos desplazamientos, sino un encaje impecable día tras día. Por eso insistimos en que el asiento sea perfecto; si notaras holguras, tiramos de recursos sencillos —como chewies— o hacemos un pequeño ajuste de borde para recuperar la precisión.
La vigilancia es proactiva. Si detectamos cualquier tendencia a desajuste, intervenimos sin dramatismos: a veces basta con prolongar 48 horas una férula concreta; otras, con un microajuste en clínica. El objetivo es que llegues al final con la misma sensación de control que te ha acompañado en el resto del tratamiento con Ortodoncia Invisible.
Preparación de la retención
La retención no es un “extra”: es la segunda mitad del éxito. Por eso, antes de cerrar el caso, tomamos registros finales precisos —escaneo intraoral y fotografías— para fabricar retenedores a medida que respeten exactamente lo que hemos movido. Elegimos contigo la opción más adecuada: retenedor tipo Essix (similar a un alineador de contención), retenedor fijo lingual, o una combinación de ambos según los movimientos realizados y tu estilo de vida.
Definimos también el plan de uso inicial con claridad y sin letra pequeña. Normalmente, hay una fase de uso nocturno constante que luego se flexibiliza; preferimos empezar con un régimen sólido y, a partir de la respuesta de tus tejidos, ir reduciendo. Te explicamos cómo colocarlos, cómo limpiarlos y qué señales vigilar. La idea es sencilla: que mantener tu nueva sonrisa sea fácil, cómodo y predecible.
Y, como cierre del círculo, establecemos el calendario de revisiones de retención. Son citas ágiles en las que comprobamos que todo sigue donde debe, resolvemos dudas y, si hace falta, renovamos un retenedor para que lo lleves siempre en perfecto estado. Así garantizamos que el resultado que has conseguido con tus alineadores invisibles se quede contigo mucho tiempo.
Vamos a ver a continuación unos cuadros resumen que hemos hecho para tí, de cara a ver de una manera rápida, cómo actía cada elemento, el ritmo de uso, y los cambios esperados.
Cómo actúa cada elemento técnico
| Elemento técnico | Cómo actúa y pautas clave |
|---|---|
Alineador (férula) |
Geometría interna que “programa” el vector: empuja en zonas clave y alivia en otras para dirigir el movimiento planificado. Las primeras 48 h concentran mayor descarga elástica, por eso pedimos uso continuo al estrenar cada férula. Asiento total = fuerza efectiva: si hay huecos, usar chewies y revisar en clínica para recuperar la precisión. |
Ataches |
Convierten la presión del plástico en pares de fuerza capaces de controlar torque, extrusión o rotación. La forma y la orientación (prisma/elipsoide) determinan si la férula “tira”, “empuja” o “gira”. Un atache despegado altera la biomecánica: recolocación inmediata para no perder control. |
IPR (reducción interproximal) |
Crea microespacio (décimas de milímetro) para permitir traslaciones sin proclinar en exceso el frente anterior. Se fracciona por contactos y visitas para guiar cierres y mantener puntos de contacto estables. Resultado: cierres sin “escalones”, más higiene y mejor estética del contorno. |
Elásticos intermaxilares |
Aportan un vector externo entre maxilar y mandíbula para ajustar relación anteroposterior o vertical. Se integran con botones/recortes en la férula para transmisión estable y cómoda. Se activan cuando la coordinación transversal está lista y se retiran al estabilizar el engranaje canino/premolar. |
“Chewies” y asientos auxiliares |
Mejoran el acoplamiento íntimo alineador‑diente, recuperando la presión donde faltaba contacto. Útiles para eliminar pequeñas holguras y restituir el vector programado, sobre todo al estrenar férula o tras un día con menos uso del ideal. |
Ritmo de uso: parámetros que determinan que “funcionen”
| Escenario clínico | Recomendación del equipo |
|---|---|
Umbral de horas/día — Dosis-respuesta |
Menos horas de uso = menos movimiento real. Mantén 20–22 h/día de forma constante: la biología no tiene “atajos” y la Ortodoncia invisible solo progresa con exposición continua a la fuerza. |
Umbral de horas/día — Efecto del día flojo |
Si un día usas poco el alineador, compensa reforzando el asiento con chewies 10–15 min (2–3 veces) y vuelve al ritmo de 20–22 h. No adelantes férula; si hace falta, prolonga 24–48 h esa etapa. |
Umbral de horas/día — Consistencia ganadora |
La constancia es el “acelerador” seguro: retira solo para comer y cepillarte, usa recordatorios y lleva estuche siempre. La suma diaria de horas es la que convierte el plan en movimiento real. |
Cadencia de cambio — 7–10 días (movimientos simples) |
En rotaciones/traslaciones sencillas y con asiento impecable, avanza cada 7–10 días. Señales para cambiar: encaje al 100% y caída de presión a las 48–72 h. |
Cadencia de cambio — 10–14 días (movimientos complejos) |
Torque, extrusiones o grandes rotaciones requieren 10–14 días por férula para una respuesta tisular sana. Paciencia aquí = estabilidad después. |
Cadencia de cambio — Criterio clínico por encima del calendario |
Manda el asiento, no el calendario. Si el encaje no es total, prolonga; si hay desajuste, puede ser mejor volver una férula atrás. Ajustamos el ritmo en base al encaje real. |
Pérdida de tracking — Huecos visibles |
Separación entre el borde del alineador y punta/cúspide = alerta. Refuerza con chewies y no cambies de férula. Si persiste >48 h, contacta para revisar. |
Pérdida de tracking — Sensación de “flotación” |
Si la presión selectiva desaparece, aumenta horas de uso y revisa el asiento. Frecuente al reanudar tras un día flojo; suele corregir con uso intensivo y chewies. |
Pérdida de tracking — Acciones correctoras |
Secuencia de rescate: 1) reforzar asiento 48–72 h, 2) volver una férula atrás 2–3 días si no mejora, 3) solicitar refinamiento con reescaneo si el segmento sigue desincronizado. |
Qué cambios visibles esperar (desde el “cómo actúa”)
| Escenario clínico | Recomendación del equipo |
|---|---|
Semana 1–2 |
Es normal “sentir más que ver”: la férula está desbloqueando el sistema. Observa mejora diaria del asiento; si aparece un hueco, usa chewies. Los alivios internos ya preparan los siguientes pasos. |
Mes 1–3 |
Alineación evidente del frente y arco más continuo. Pueden verse pequeños “triángulos negros” transitorios; forman parte del plan. Mantén 20–22 h/día y cambia férula solo con asiento perfecto. |
Mes 2–6 |
Cierre/apertura ordenada de espacios y coordinación progresiva de arcadas. Si se indican, usa elásticos para guiar la relación anteroposterior con suavidad y constancia; refuerza asiento si notas flojedad. |
Mes 4–9+ |
Menos “show”, más precisión: mejora el engranaje, contactos más simultáneos y estabilidad creciente al masticar. Mantén la cadencia de 10–14 días en movimientos complejos y avisa si baja la presión selectiva. |
Final y consolidación |
Férulas casi pasivas para estabilizar posiciones. Ajustamos simetrías y líneas medias y preparamos la retención (registros y elección de retenedores) para custodiar el resultado a largo plazo. |






